Sin título ["Los sucesos melancólicos de la Europa..."]. Artículo referido a la importancia de las fuerzas militares para la conservación de los cuerpos políticos y de la libertad. (Continúa en Tomo I, Nº 6, Jueves 19 de Marzo de 1812)

 

 

Los sucesos melancólicos de la Europa, que han de extender su influencia a largas distancias, prometen el agrado público al siguiente discurso.

 

La libertad y la vida de los cuerpos políticos no pueden conservarse sin las armas, formidables instrumentos de la muerte:

 

En el orbe teatro de malicia,
nada vale sin fuerzas la justicia.

 

Mas esta fuerza ¿deberá colocarse en tropas regladas y permanentes, o en las milicias urbanas y provinciales? La afirmativa de esta cuestión fue combatida por filósofos célebres, pero ella tiene en su apoyo el imperio de las circunstancias, y el ejemplo de toda la Europa, y el poder y gloria de sus ejércitos. No hay duda que si la opinión, el amor de la patria, y todas las virtudes sociales llegasen a tal punto que cada ciudadano fuese un soldado, y cada soldado un héroe; si una educación militar hubiese formado grandes oficiales, que poseyesen la doctrina terrible y sublime de la guerra; en fin si la opinión, los continuos ejercicios, la vida militar y la virtud hubiesen convertido a todos los ciudadanos en Lacedemonios, no hay duda que entonces podía reposar la seguridad y libertad pública únicamente sobre ellos. Pero ¿es éste acaso el estado presente de las cosas? Mientras las potencias, que pueden atacar, mantienen en pie ejércitos formidables, que unen la táctica al valor, que han sufrido los riesgos, y sentido el furor de los combates ¿será prudencia exponerse a resistirles con tropas colecticias y bisoñas? En fin, ¿en las circunstancias actuales estará el Estado seguro con tropas permanentes, como sin ellas? Estas preguntas no pueden satisfacerse con generalidades, ni [con] declamaciones vagas. Deben pensarse los inconvenientes, y declararse por el menor numero posible de ellos.

 

Como el Estado debe aspirar a la inmortalidad, y el gobierno extender sus miras a lo futuro, proporcionará a los ciudadanos una educación, no solo civil, sino militar. Por este motivo en el plan de organización del Instituto Nacional de Chile, aprobado por este superior gobierno, se previene que se enseñe a los alumnos en las horas establecidas el ejercicio de infantería, que a veces mandarán ellos mismos para que se acostumbren a mandar, y las maniobras de artillería, y evoluciones adoptadas para el ejército, y las que se tenga noticia estar en uso en otras potencias.  Y fuera de desear que para que la instrucción fuese más completa, la adquiriesen los alumnos no solo haciendo el ejercicio de fusil a fuego, sino también ejecutando en los mismos términos el de artillería. Mas esta educación nunca puede ser tan perfecta como la que se logra en las escuelas peculiares de artillería, cuerpo, que para tener sabios oficiales ha de ser permanente. Incluyen la prueba de esta aserción y merecen recordarse las siguientes cláusulas de la constitución del Colegio de Artillería de Segovia contenida en Real Cédula del año de 1804:

 

"El superior proceder de mis tropas en todas las prevenciones y acciones de la guerra, no consiste solamente en el recto uso del valor y la fuerza: debe ejecutarse por una prudente y oportuna aplicación de los principios de ciencia militar, sin cuya contracción se malogran e inutilizan las más veces la misma fuerza y valor. Esta verdad incontestable y general para todas mis armas, se verifica principalmente en la artillería: la aplicación de su fuerza, siempre poderosa, y muchas veces decisiva, requiere principalmente distinguidos elementos de ciencia con que construir y perfeccionar sus máquinas, proyectar y ejecutar sus operaciones. La grande obra de constituirse un sabio oficial de artillería, que llene sus funciones militares científicamente, necesita para verificarse una constante aplicación en casi todo el tiempo de su vida militar. Debe pues principiarse ésta en la primera edad proporcionándole mi real benignidad y poder todos los grandes auxilios para conseguirla.

 

(Se Continuará [23].)

 

_____________________________

[23]

Este artículo continúa en el Tomo I, Nº 6, Jueves 19 de Marzo de 1812 (N del E).