Observaciones acerca de algunas provincias de América. Consideraciones en torno al estado político de las regiones revolucionadas



 

¿Qué son las provincias revolucionadas de América? Son un vasto edificio en que prende el fuego por diversos y muy distantes puntos. No es posible atender a todos ellos para apagarlo. Como no tienen un centro de unidad donde resida la autoridad y la fuerza, no se puede sofocar el incendio de un solo golpe, ni por un solo esfuerzo, aunque fuese desesperado. Su salud y seguridad consiste en las actuales circunstancias, en que cada parte de este gran cuerpo se sostenga por sí. Como cada una de estas partes es tan vasta y abunda en recursos, siendo capaz de figurar como un estado, debe considerarse como una potencia, y ser el centro de sus propias relaciones.


Mientras a mayores distancias se difunda el incendio, están más seguras.


La constancia, el valor, el espíritu de cada una es para las otras un ejemplo, un apoyo contra el desaliento, un estímulo de acción. Los peligros de cada una, las conspiraciones que en ella aborten, son lecciones de precaución para las otras. Las atrocidades que algunas de ellas han sufrido, los horrendos males con que pagaron su credulidad, han de inspirar a todas constancia y firmeza.


¿Estas provincias no tienen algún centro en cualquiera sentido? Sí. Su centro es moral; es el blanco, y fin a que aspiran; este es la libertad. Puede añadirse que lo es también el defenderse de las espantosas calamidades con que las amenazan la ambición y codicia de unos, y el odio y venganza de otros.


¿Alguna vez un Congreso General Americano, una gran Dieta, no hará veces de centro?  Eso está muy distante y será una de las maravillas del año de dos mil cuatrocientos cuarenta; pero yo no soy profeta. La América es muy vasta, y son muy diversos nuestros genios, para que toda ella reciba leyes de un solo cuerpo legislativo. Cuando más, pudiera formarse una reunión de plenipotenciarios para convenir en ciertos puntos indispensables, pero como los de mayor interés y necesidad son una protección recíproca, y la unidad del fin e intentos, y todo esto puede establecerse y lograrse por medio de enviados de gobierno a gobierno, no parece necesaria tal asamblea. Ella verdaderamente se presenta a la fantasía con un aspecto muy augusto, pero no pasará de fantasía. El Abad de San Pedro deseó cosas muy buenas, pero no se realizan los proyectos más útiles.