Capítulo de carta de Buenos Aires de una persona de carácter y verdad, de 16 de Diciembre de 1812. Relativa a la guerra en Europa, Río de la Plata y Alto Perú

 

 

 

Las noticias de la Península, que resonarán en esa con más importancia que la que de suyo tienen, no son tan lisonjeras a los españoles como decantan. Por la adjunta Gaceta verá V. la derrota del Mariscal Marmont, que efectivamente iba de retirada. La consecuencia fue que los franceses abandonasen a Madrid, y que los ingleses lo ocupasen; pero aquellos, lejos de huir a sus fronteras, han dirigido sus movimientos en uniformidad hacia la Extremadura y a las costas, levantando el sitio de Cádiz, y han tenido un refuerzo considerable, según las comunicaciones del Janeiro que tengo a la vista. Por lo mismo es de creer que el ejército aliado ha caído en el lazo, que ha mucho tiempo le tendían [los] franceses para pillarlo en la bolsa, sin esperanza de reembarco, y no es difícil que los ingleses, embriagados con victorias parciales y de mera ocasión, hayan entrado al centro, de donde siempre habían huido por debilidad y por sistema. Así es que la ocupación de Madrid, lejos de hacernos desmayar, nos debe empeñar a la conclusión de la obra grande, para que apareciendo con otro carácter a presencia de las naciones, se despliegue la energía que embaraza el estado de nulidad política. Sobre todo si los españoles e ingleses han adquirido ventajas, ahora menos que nunca pueden ocurrir a la América, por la necesidad de aprovecharse y sostener aquellas, a cuyo efecto deben reunir sus fuerzas y no diseminarlas.

 

Pronto se reunirá la asamblea general, y su primera resolución será declarar el estado a que nos ha conducido la imprudencia de los antiguos mandones, semejantes a las hostilidades e insultos que sufre ese reino por una moderación y prudencia excesiva respecto de un vecino de quien no deben esperar otra cosa, siempre que no le detenga su propia impotencia. Tenemos relaciones y recursos. Portugal será nuestro aliado concluidos los pasos que se están dando con feliz principio, y esperamos mucho del Norte de América.

 

Belgrano debe estar cerca de Salta con tres mil y cuatrocientos soldados bien armados; y conseguida esta victoria, habremos concluido la campaña del Alto Perú. Tristán ha sido reforzado con quinientos hombres al mando de Astete, y su total fuerza es de dos mil y trescientos, llenos de chucho y piques, propios del temperamento y lugar que ocupan. No puede dejar de ser derrotado.

 

El ejército de la otra banda está en buen pie. No reina entre los generales (como dicen nuestros enemigos) rivalidad, sino una gloriosa emulación que cederá en bien de la patria, en cuyo servicio compiten noblemente. Ya les enviamos artillería gruesa y morteros; allí habita la desesperación, y presto romperemos sus cadenas, etc.