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¿Acaso los destinos condenaban
a eterno yugo, y servidumbre obscura
a la clara Tenochtitlán (a), asiento,
y patria augusta de sublimes reyes ?
¿No le sirvió el valor (b), ni la cultura,
ni el saber coronarse de laureles?
Merecía las lágrimas de Homero,
y su genio divino el infortunio
de imperio tan brillante y poderoso
mejor que la ciudad pobre de Eneas.
Ni puede compararse el furor ciego
de Aquiles con la rabia sanguinaria
y la crueldad atroz de aquel caudillo, (c)
que llevó los incendios y las muertes
al inocente pueblo Mexicano.
¡Quien dirá los estragos sanguinosos,
de los reyes la muerte ignominiosa (d),
los horrores y el luto, que esparcía
la caterva de Vándalos feroces!
¡Qué escena de terror! rebosó el lago (e)
en sangre, y sus aguas se cubrieron
de los cuerpos, y miembros de los héroes.
Menos atroces fueron los guerreros
nacidos en las árticas regiones (f),
y menos enemigos de las artes,
de la cultura y gloria de los pueblos.
El bandido de Iberia se complace
sobre ruinas, cadáveres, y llantos.
Mas si castiga el cielo los delitos,
¡Cuántos males te esperan, dura España!
vendrá día en que tantos atentados
reciban su castigo, y que los manes
de los héroes se venguen dignamente,
después de tres centurias de silencio.
Llegó el día por fin. Horrible guerra.
Guerra de destrucción y de exterminio,
te oprime, te confunde, te cautiva.
Cual aluvión te inundan las legiones...
¿No admiras una grande semejanza
entre nuestros sucesos y los tuyos?
Es víctima tu Rey de los engaños;
con perfidia las tropas se introducen;
ocúpanse las plazas; y los pueblos
se exterminan, se roban atrozmente:
so color de hacer bien todos los males
llueven sobre las tierras devastadas;
sacrifica a la patria la discordia,
y a los internos crímenes sucumbe.
¿Quién no mira en este orden de sucesos
la impresión de la diestra omnipotente?
Armada ella de rayos y de plagas
fulmina sobre el triste suelo hispano.
Todo es desolación, todo derrotas.
¿Quién resiste al furor del Ser Supremo?
En vano es fatigarse: en tu agonía
los mayores esfuerzos fueron vanos.
Llegó el plazo luctuoso, e inevitable,
de tu fin, y tu ruina, y cautiverio.
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(a) Antiguo nombre de México.
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(b) A pesar de la superioridad de las armas de los españoles y de millones de hombres que, según Cortés, los seguían, la Ciudad de México sin víveres, sin murallas, les diputó tres meses palmo a palmo el terreno, hasta que la zapa y el incendio no dejaron edificio; y todavía 30 mil esqueletos, que se tenían en pie apoyándose en sus arcos, no rindieron las armas hasta que lo mandó Guatimozín prisionero.
(d) Los españoles dieron garrote a Moctezuma, a Ytzquanhzín, Señor de Tlatelolco, y a otros señores prisioneros, y los echaron muertos fuera del fuerte (Torquemana tomo I libro 4.) Cortés ahorcó al bizarro Cacamatzin, Rey de los Alculhuas (id.íb). Cortés quemó a fuego lento los pies del último emperador Guatimozín y lo ahorcó en 1525 con los dos reyes aliados de Texcoco y Tlacopán, y con otros cinco príncipes, colgándolos de los pies. (id ib) Véase a Bernal Díaz.