in Revista de Urbanismo
La experiencia de habitar en la primera manzana consolidada de Santiago centro desde la percepción de bienestar de sus habitantes
Resumen:
¿Cómo abordar la experiencia de habitar con foco en la percepción de los habitantes? ¿Qué aporta la integración de dimensiones cuantitativas y cualitativas que sitúan al habitante en el centro de la investigación? Son las preguntas que busca responder el siguiente artículo, cuyo objetivo es indagar acerca de la calidad de vida relacionando variables cualitativas y cuantitativas de la experiencia de habitar en la manzana más densa y la primera consolidada por el proceso de renovación urbana en la ciudad de Santiago de Chile. El estudio comenzó en una primera etapa con un análisis (objetivo) de condiciones de confort tales como: iluminación y asoleamiento, acústica, calidad y equipamiento de espacios comunes, volumetría y configuración del espacio público, etc. En una segunda etapa se aplicaron 500 encuestas sobre calidad de vida a sus habitantes, para, en una tercera fase (subjetiva), seleccionar a 10 propietarios residentes por más de cinco años, que fueron entrevistados explorando los posibles aportes de la metodología fenomenológica, utilizada principalmente en neurociencias, para profundizar en las percepciones del habitar y comprender algunos de los resultados de las encuestas. La combinación de métodos permitió un análisis múltiple para aproximarnos a la experiencia de habitar en pequeños departamentos en el área central de la ciudad. Se evidenció discordancia entre los resultados de las encuestas y las entrevistas, siendo las segundas un gran aporte para explicar las primeras. Los hallazgos del estudio, como la valoración positiva del barrio y aceptable de la vivienda, un fuerte aislamiento social y la idealización de la vivienda anterior contribuyen también a visibilizar cómo se construye la noción (subjetiva) del bienestar, así como también entrega una perspectiva metodológica que favorece la aproximación al habitante en el contexto de los estudios urbanos.
Introducción
El principal interés de este trabajo es relacionar las variables cuantitativas y cualitativas para lograr una aproximación multifocal desde dos ángulos: el de los expertos sobre las dimensiones físicas y el de los residentes acerca de sus percepciones. El objetivo es indagar en torno a la noción de bienestar general de la experiencia de habitar en un área de alta densidad de reciente consolidación y acelerado desarrollo inmobiliario en el barrio San Isidro de Santiago Centro. Los resultados permiten adentrarse tanto en las nociones de bienestar a partir de las narrativas que despliegan los residentes respecto del lugar donde habitan y la calidad de vida, considerando el análisis de dimensiones físicas y resultados de las encuestas. La incorporación de las entrevistas fenomenológicas busca explorar los posibles aportes explicativos en relación con los resultados cuantitativos.
En la comuna de Santiago centro, los diversos incentivos implementados a partir de la década de los noventa —entre ellos el subsidio de renovación urbana, que permitía complementar el financiamiento de la compra de la vivienda en dos tramos de valores: hasta 1.000 UF y hasta 2.000 UF— generaron un rápido aumento de las inversiones en proyectos inmobiliarios, el que se vio acentuado por el hecho de que la mayoría de los grupos económicos chilenos, que tuvieron un significativo crecimiento en este período, haya incorporado el rubro de los negocios inmobiliarios como un componente especial de sus actividades, pone en evidencia la importancia que se ha asignado a los mismos ( De Mattos, 1999 , p. 45).
Este proceso de renovación urbana en el área de estudio comenzó en el año 2000. Según Greene (2007 ) responde al Plan de Repoblamiento en su tercera etapa (1997- 2014) y consistió en la consolidación del desarrollo inmobiliario. Con ello se inició un período donde el este sector emprendió una acelerada generación de oferta habitacional de diverso rango en la comuna, sin intervención directa del municipio ni de la Corporación para el Desarrollo de Santiago (CORDESAN). A partir del año 2000, el foco de inversión se extendió a las torres de mayor altura que se desarrollaron en los sectores de Portugal-Lira, Almagro y San Francisco. Se trató de un nuevo punto de desarrollo inmobiliario en los márgenes no protegidos de los barrios históricos de Lastarria y Bellas Artes, que fue aprovechado por las inmobiliarias, dadas las ventajas de localización que tiene el barrio en relación con servicios y equipamientos. Así, se reconfiguraron sectores que no contaban con un proyecto de ciudad que hubiera evaluado los escenarios posibles que esta política podía generar como conjunto, respecto de la densidad, resultado morfológico de las manzanas, infraestructura, espacio público, confort ambiental, equipamiento y servicio, calidad de vida e imagen urbana.
De este modo, en la actualidad podemos referirnos a una manzana que ya cuenta con doce edificios hasta la fecha, y un proyecto en cartera que completarás u volumen total. Estos tienen en promedio más de 20 pisos, con tipologías arquitectónicas homogéneas con particularidades de diseño que dan cuenta de las variaciones de tamaño y calidad en los últimos 20 años. El desarrollo inmobiliario utiliza la maximización del volumen permitido por el marco normativo en cada predio, lo que da un resultado por la adición de edificios sin considerar el volumen final conjunto, la relación entre sí y sus implicancias, ni el equilibrio de densidad en el barrio. Estos incorporan, además, locales comerciales a nivel de calle, servicios y espacios comunes en el interior, en los pisos superiores viviendas y equipamiento recreativo y técnico en el último nivel.
Respecto de esta tipología, María Cristina Alonso (2009 ) propone que esta responde a necesidades que comienzan a expresar los usuarios, pensadas especialmente para un público joven, soltero o parejas con hijos pequeños, ya que ofrecen una unidad ideada para la venta de la imagen como principal atracción. Finalmente, la amplia y sofisticada oferta de prestaciones es lo que debe compensar los reducidos metros de cada unidad con jardines y una variedad de equipamientos comunes, ofreciendo también la idea de vida urbana cosmopolita, seguridad, confort, contacto con la naturaleza y exclusividad según las publicidades de venta que, en conjunto, intentan instalar la idea de una nueva forma de vivir.
De este principio derivará lo que el autor Yi-Fu Tuan (2007) propone como imaginabilidad o la actitud promocional de un lugar determinado que apunta a crear una imagen favorable y tiene poco respeto por la complejidad de la verdad. Así, los agentes inmobiliarios junto con sus publicistas buscan aquellos atributos que puedan resaltar para llamar la atención de sus futuros compradores. La publicidad inmobiliaria se despliega en el sector, resaltando las características actuales del barrio e invisibilizando los escenarios posibles que pueden resultar del proceso de transformación en curso.
Hoy, esta tipología de vivienda se ha revalorizado, en parte por un marketing que ha ayudado a posicionarla como un lugar habitable y sinónimo en muchos casos de estatus y confort y, por otro, por la llegada de migrantes que priorizan centralidad, bajo valor de arriendo y las redes sociales de apoyo.
El escrito se estructura primero con la presentación conceptual que define la aproximación de la investigación realizada, a partir de lo cual se presenta la metodología y caso de estudio. Luego, poniendo en relación las actividades realizadas, se presentan los principales resultados y conclusiones
Marco teórico
A continuación, precisamos algunos términos con los que abordaremos la investigación.
El aumento de la densidad urbana producto de las nuevas construcciones se enfoca en el espectro del costo beneficio, donde se ofrece y suplen demandas con respecto al acceso a la vivienda junto con la necesidad por vivir en el centro de la ciudad y disponer de una total cobertura de servicios y oportunidades asociadas a la localización. Por otro lado, existen estudios referidos a los efectos negativos de la alta densidad, cómo sus implicancias perjudican a las personas, siendo uno de ellos, la pérdida de control sobre las interacciones sociales en diferentes escalas (Evans et al., 2001 ), lo que restringe el intercambio social e influencia el desarrollo de interacciones entre los habitantes, por ello, surgió el interés en profundizar en la experiencia de habitar, poniendo en relación dimensiones objetivas y subjetivas.
La calidad de vida (CV) ha sido el foco de muchos estudios, pero aún no se ha llegado a un consenso sobre cómo debe definirse. Al principio, el concepto fue propuesto desde la filosofía, posteriormente, desde una aproximación económica, luego sociológica, médica para en los años noventa, hasta suscitar el interés de los estudios sociales y el ambiente construido y, recientemente, a su definición se ha incorporado el concepto de sustentabilidad enfocado en mejorar la calidad de vida y el medioambiente en las diferentes escalas del territorio.
Las investigaciones realizadas en las últimas décadas han demostrado que el lugar y el contexto donde se desarrolla la vida son determinantes para las personas. De ahí que sea fundamental incorporar el concepto de CV en las investigaciones sobre el medioambiente natural y construido. Sin embargo, Yadav y Niruti (2021 ) reconocen que son escasos los estudios que lo consideran en las áreas de planificación urbana, territorial, la arquitectura y el paisaje.
La calidad de vida urbana es un término complejo y multidimensional, se han desarrollado herramientas de evaluación para medir y monitorearlo según los intereses y realidad de cada país. En el caso de Chile, el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y el Instituto Nacional de Estadísticas han elaborado un sistema de indicadores y estándares de desarrollo urbano para aplicar periódicamente a las ciudades chilenas y observar los avances en términos de calidad de vida y formas de desarrollo urbano. Con una visión más compleja, Myers (1998) propone no solo describir las características físicas, sino la relación dinámica y reticular que se
generan entre ellas. En los últimos años, la calidad de vida urbana se refiere al bienestar general de un individuo, comunidad o una sociedad, y es definida de manera diferente de acuerdo con las distintas disciplinas.
Si bien se realizan innumerables estudios sobre la calidad de vida, son pocas las propuestas teóricas respecto del concepto aplicado al urbanismo, la mayoría se remite a la elaboración y aplicación de un set de indicadores realizados principalmente por instituciones o estudios comparados desde la academia. Sin embargo, en las últimas décadas se han ido incorporando dimensiones a evaluar constantemente, complejizando no solo la definición de los indicadores, sino también los protocolos o forma de medirlos.
Para esta investigación utilizaremos la definición de la Organización Mundial de la Salud:
la percepción de un individuo de su posición en la vida en el contexto de la cultura y los sistemas de valores en los que vive y en relación con sus metas, expectativas, estándares y preocupaciones. Es un concepto amplio afectado de manera compleja por la salud física de las personas, el estado psicológico, el nivel de independencia, las relaciones sociales y su relación con las características sobresalientes de su entorno (OMS, 2009, p. 11).
Además, la propuesta conceptual de Ventegodt et al. (2003) definen la calidad de vida como la profundidad de la propia vida, conectando de esta forma las dimensiones subjetiva y objetiva. Por tanto, la calidad de vida urbana es una interacción dinámica entre las condiciones objetivas, la evaluación subjetiva de las personas de ellas y el nivel de satisfacción general referido al entorno residencial que dan cuenta del bienestar general del individuo.
McCrea et al. (2005) y Mohit et al. (2013) plantean que las dimensiones o atributos a evaluar respecto de la calidad de vida deben ser definidos según la escala territorial y las preguntas planteadas por la investigación. Posteriormente, y a partir de una revisión bibliográfica, Serag y Elariane (2012) proponen siete dimensiones para la definición de indicadores relacionados e interdependientes entre ellos: política, económica, psicológica, medioambiental, física, movilidad y social. Más recientemente Yadav y Niruti (2021 ), con base en una amplia revisión bibliográfica teórica y de los diferentes set de indicadores desarrollados por diversos países e instituciones, establecen 12 dimensiones: condiciones materiales, salud, educación, relaciones sociales, medioambiente natural, recreación, seguridad económica, infraestructura de movilidad, seguridad, gobernanza y derechos, balance entre vida y trabajo y grado satisfacción con la vida, sin embargo, ninguno de los autores llega a establecer protocolos de medición.
Con el foco en nuestro objeto de estudio, Sun (2005) propone para la escala barrial que la calidad de vida de una comunidad se construye a en función de dos parámetros, por un lado, las características compartidas que los residentes experimentan en los lugares (calidad del aire, ruido, circulación de vehículos o acceso a espacios verdes, etc.) y, por otro, las evaluaciones subjetivas que los habitantes hacen de ellas .
Para Psatha, la noción de bienestar se utiliza para describir la calidad de vida de forma general, tanto de sociedades como personas. Sin embargo, el concepto de bienestar sigue siendo principalmente un tema teórico, que se debe tratar desde una variedad significativa, incorporando distintos enfoques que contienen una gran cantidad de subjetividades, lo cual hace difícil aún trabajarlo como una dimensión medible ( Psatha, 2011). De allí deriva la relevancia de la elaboración de instrumentos mixtos que permitan adentrarse en las percepciones que desarrollan los individuos respecto del lugar donde habitan. Actualmente, tener un mayor o menor bienestar personal no está solo relacionado con una perspectiva microscópica o individual, sino que también con la desigualdad social, la pobreza, la marginalidad y la economía.
Algunos trabajos han estudiado las repercusiones en el bienestar en lugares más urbanizados y de alta densidad, y llegan a la conclusión que traen consecuencias negativas para las relaciones sociales y la salud mental (Gruebner, 2017). Dichos autores aseguran que, tanto los modelos de ciudades, sus tamaños y la diversidad de población inciden directamente en los niveles de satisfacción ( Galli, 2006 ; Gruebner, 2017).
Las investigaciones demostraron que, la ciudad con un modelo tipológico de creciente urbanización y densificación multiplica las personas expuestas a factores de riesgo, tales que espacios muy reducidos, hacinamiento, alta diversidad y rotación de población, espacios públicos y verdes deficientes, y estas se vuelven más individualistas y aisladas (Adli et al., 2016) y disminuyen drásticamente los niveles de satisfacción (Gruebner, 2017). Por otro lado, el bienestar para Schulte et al. (2015) es una consecuencia en sí mismo, que va mejorando constantemente para generar estrategias de prevención e intervención por factores de riesgo objetivo. A su vez, es estudiado para comprender la repercusión de resultados subjetivos relativos a la calidad de vida. En esta idea, el bienestar tendría una dimensión subjetiva que se construiría a partir de las valoraciones que los propios habitantes le otorgan a sus viviendas, barrios y entornos.
Las dimensiones que define Van Kamp (2003) están en relación con el medio ambiente y con los aspectos que se deben consensuar, los cuales pueden ser medidos y evaluados para establecer incidencias. Al respecto, destaca lo siguiente:
• Niveles de escala construidos en la ciudad (densidad).
• La importancia relativa a los diferentes ambientes.
• La importancia dada en los umbrales de exposición al: aire, ruido, espacio público e iluminación en relación con el medioambiente.
Consiguientemente, estas dimensiones deben ser medidas y ponderadas, para llegar a consensos importantes, referidos a cómo los efectos físico- ambientales, inciden y se relacionan con el bienestar de las personas en los entornos urbanos (Van Kamp, 2003).
Para nuestro estudio ha sido fundamental considerar que tanto las evaluaciones subjetivas como las objetivas deben ser valoradas para tener una data social clave (Schulte, 2015), que permita identificar aquellas que los datos cuantitativos no logran profundizar, ya que para comprender un fenómeno social complejo se requiere de metodologías que permitan adentrarse de manera múltiple en las problemáticas estudiadas.
El bienestar subjetivo para Schulte (2015) considera tres aristas importantes: el evaluativo, el experimentado y el bienestar eudaimónico, todos ellos relacionados con la percepción de las personas. En sus investigaciones ha demostrado que el bienestar subjetivo se mide y se vincula de manera predecible con la fisiología y más específicamente con el medioambiente y las relaciones humanas.
Se propone abordar el bienestar subjetivo desde dos dimensiones principales, la satisfacción general con la vida y las expectativas futuras relativas a la vivienda. El sociólogo francés Pierre Bourdieu define la situación de espera como una de las más claras formas de experimentar los efectos del poder de los sistemas, “hacer esperar a la gente... demorar, sin destruir la esperanza... suspender, sin decepcionar totalmente” (1999, p. 302). Esta forma de actuar resulta fundamental a la hora de ejercer la dominación en un sistema de tipo neoliberal como el que experimenta Chile. Para Bourdieu (1997), la inversión se sitúa en un campo de juego en donde el inversionista es un jugador.
El juego, que suscita y supone a la vez la inversión en el juego, el interés por el juego produce el porvenir para quien espera algo del juego. Inversamente, la inversión, o el interés, que supone la posesión de un habitus, o de un capital, susceptible de garantizar unos beneficios mínimos, es lo que le hace entrar en el juego y el tiempo que le es propio, es decir el porvenir y la urgencia que propone (p. 282).
Por otro lado, también resulta relevante abordar las relaciones sociales entre vecinos e interrogar sobre la posibilidad de construir comunidad entre los residentes para sondear el nivel de aislamiento de los habitantes, una de las consecuencias comprobadas por los estudios de caso de alta densidad. En esta idea, el aislamiento social es parte del agotamiento que sufre el sujeto de la modernidad tardía, que el filósofo coreano Byung-Chul Han presenta como “agotamiento del alma, que es tan fuerte que no queda fuerza para la vida comunitaria, es un cansancio a solas, que es más violento y peligroso” (Han, 2012, p. 27). A lo que se refiere el autor con modernidad tardía guarda relación con el hecho de que cuando hombre va ejerciendo su autonomía se convierte en víctima y victimario porque se explota a sí mismo, no tiene sobre él un poder que lo presione, este está dentro de él, y para el autor no hay presión más dura que la autoexigencia.
Metodología
La aproximación inicial fue la evaluación de las dimensiones físicas del entorno construido de manera multiescalar y objetiva realizada por profesionales expertos. Las variables sociales se levantaron a partir de datos cuantitativos disponibles.
Paralelamente, se utilizó el instrumento encuesta de selección múltiple. Este se aplicó 506 veces de forma correcta y se identificaron 1.143 personas del total de habitantes de la manzana. El Censo 2017 contabilizó 4.682 habitantes en la manzana de estudio (Instituto Nacional de Estadísticas [INE], 2017), de esta forma, el porcentaje que participó en el estudio fue un 27,6 % de un total, lo que representa una muestra significativa. El instrumento fue sometido a pretest en terreno, para subsanar ajustes y estrategias de ejecución, y su aplicación se desarrolló en el mes de octubre de 2018, en las salas de acceso de los edificios. Fue dirigida a residentes, tanto propietarios o arrendatarios.
En una segunda etapa se realizó una selección dentro de los encuestados de 10 propietarios que fueron invitados individualmente a participar de una entrevista de características fenomenológicas, en la que debían responder a la pregunta inicial: ¿Cómo es su experiencia de habitar en un departamento ubicado en un área de alta densidad urbana? Se utilizó esta metodología con el propósito de que el entrevistado pudiera indagar autónomamente en sus percepciones con respecto al habitar.
Posterior a ello, siguiendo la metodología microfenomenológica que tiene como propósito profundizar en la experiencia del sujeto, se realizaron transcripciones detalladas de cada uno de los testimonios, las que fueron analizadas y clasificadas en grupos temáticos que se redujeron por medio de recategorizaciones para llegar así al resultado final. En una primera etapa de revisión se lograron extraer 17 temas emergentes, los cuales surgieron de manera espontánea en el testimonio de los entrevistados.
Luego, se agruparon los resultados según características temáticas y número de presencia en los relatos, con lo que se llegó a 14 categorías. En una última etapa se organizaron los temas según número de reiteraciones libres presentes en los relatos, lo que permitió establecer una segunda categorización que dio como resultado final cinco categorías. Para reconstruir los resultados, nuevamente se ocupó la metodología fenomenológica para así profundizar y comprender lo observado, incorporando las percepciones y valoraciones de los residentes. Partiendo de la base de que la fenomenología como ciencia se puede dividir en una de tipo descriptiva creada por Husserl y la hermenéutica interpretativa creada por Heidegger. Sin embargo, la superposición entre ambos enfoques es esperable ( Fochtman, 2008 ). Hemos escogido la fenomenología de tipo descriptiva con el fin de profundizar en las valoraciones (subjetivas) que le atribuyen los sujetos a la experiencia de su hábitat, pues esta metodología es utilizada para llegar a los verdaderos significados a través de la participación en profundidad de la realidad ( Laverty, 2003 ; López, & Willis 2004).
Caso de estudio
En el centro de Santiago, se escogió la manzana con mayor cantidad de habitantes y un proceso de desarrollo inmobiliario avanzado ( Figura 1 ), lo que nos permite proyectar escenarios posibles acerca de cómo será el resultado del proceso de renovación del centro de la ciudad. Este sector cuenta con excelente accesibilidad al sistema de transporte público, amplia oferta de comercio y servicios, proximidad a espacios verdes y equipamiento recreacional y cultural, infraestructura sanitaria y vial de calidad.
La Figura 2 grafica el proceso de consolidación de la manzana dando cuenta del volumen resultante por adición de proyectos realizados durante los últimos 20 años.
Los datos intercensales nos permiten ver los cambios en la composición demográfica y su incremento. El cambio demográfico del área de estudio es drástico, vemos un incremento de casi 4.000 hab. que según el Censo 2017 alcanza un total de 4.682, para el período 2002-2017. Destaca en la composición demográfica la identificación de 1.894 extranjeros, que son generalmente recibidos por familiares o amigos que viven en el barrio, dando lugar a problemas de hacinamiento severos. Es decir, en la manzana habitan extranjeros con diferente tiempo en el país, unos ya instalados y otros recién llegados que son acogidos por los primeros, lo cual produce altos niveles de hacinamiento y colapsa las infraestructuras tanto públicas (presión de agua, colapso vial y del espacio público), como del edificio (falla constante de bombas, colapso de ascensores, deterioro de espacios comunes, alto valor de gastos comunes).
A continuación, la Figura 3 nos muestra la nueva configuración del espacio público como resultado del desarrollo inmobiliario en un barrio que no cuenta con un proyecto de diseño urbano, ni una imagen de ciudad consensuada que considere a los antiguos habitantes del sector.
En Figura 3 , se pueden distinguir dos perfiles de las calles de la manzana para ilustrar la nueva configuración del espacio público del barrio. Esto da cuenta de la dramática insuficiencia de aceras y la falta de consideración respecto de su confort ambiental y espacial para el desarrollo de las actividades cotidianas de los habitantes. Algunos de los efectos ya visibles en el sector son: la falta de asoleamiento entre edificios, formación de cañones de viento en las calles, la maximización del ruido (cono acústico), atochamiento y serias dificultades de movilidad para el peatón en calles sin ninguna consideración respecto de la inclusividad, sensación de inseguridad debido a la proximidad de los vehículos, carencia casi total de vegetación y espacios de descanso y permanencia, formación de islas de calor, entre otros.
Resultados
En el siguiente apartado desarrollamos los principales hallazgos resultantes del cruce y análisis de las diferentes acciones metodológicas.
La vivienda como lugar de espera
La expectativa de abandonar la vivienda adquirida es una predisposición recurrente en encuestados y entrevistados. La construcción subjetiva del propietario es que, en un futuro cercano o próximo, logrará cambiarse a una casa o bien ir a vivir en otra comuna. Se genera la idea que la vivienda actual es un lugar de espera y una inversión a largo plazo. A pesar de que la mayoría de los entrevistados tiene una permanencia de más de cinco años en el lugar, la experiencia no altera la persistencia de poder cambiar su actual vivienda por una que esté dentro de sus expectativas. En ninguno de los relatos aflora la idea del disfrute de la vivienda actual o el hogar en tanto lugar que acompaña el desarrollo de la historia familiar.
En las encuestas se constata sobre un 65 % de respuesta positiva respecto del deseo de cambiar de vivienda, demostrando que la actual no cumple con las expectativas asociadas a la idea del sueño de la casa propia de sus habitantes, sean estos arrendatarios o propietarios.
Dentro de las preferencias posibles para el cambio, la Figura 4 muestra las preferencias respecto de otras comunas de la Región Metropolitana u otra del país, en este caso se puede evidenciar que un 89 % aspira a permanecer en la Región Metropolitana. Una constatación relevante se da en el contexto migratorio, el cruce entre lugar de procedencia y la opción de desplazamiento, que habla de una migración con importantes niveles de asentamiento en la ciudad de Santiago, específicamente, su comuna central donde ya emerge la idea de “la nueva Maracaibo” en la población venezolana.
En concordancia, dentro de los objetivos que plantean los entrevistados prevalece juntar dinero, estar más estable en el trabajo, terminar estudios, recuperarse de una enfermedad, etc. Algo de esto debe suceder para poder cambiar de vivienda, en búsqueda de algo que se considere mejor. Otro aspecto que señalan los entrevistados guarda relación con no tener expectativas de permanencia en ningún lugar. Es decir, considerar toda vivienda como un sitio de paso sin tampoco tener la proyección de habitar en un lugar para siempre, modificando la idea de la construcción del hogar familiar y el arraigo. Así prevalece el pensar que siempre podría existir algo mejor que califican como una vivienda ideal.
En esta categoría hemos graficado la construcción del relato sobre el futuro anclado principalmente en el
sacrificio actual, en virtud de uno que los participantes auguran como mejor. Si bien Bourdieu (1997) se refiere a cómo los modelos ejercen el poder, es posible determinar que el deseo y las expectativas de los habitantes están sujetos a un futuro que idealizan, ya sea por una tipología de vivienda o bien por una ubicación diferente e incluso ambas. Estas han sido promovidas de forma reiterada y posicionadas a través de diferentes medios, entre ellos los publicitarios ( Álvarez Bové , 2015 ).
Valoraciones subjetivas sobre la vivienda
En el siguiente apartado nos referiremos a todas aquellas percepciones que tanto los entrevistados como encuestados evalúan. En el siguiente gráfico ( Figura 5 ), es posible observar cuáles son las valoraciones que le otorgan los encuestados a las distintas variables que ellos determinan como positivas o negativas del barrio. Esto muestra que, si bien en el testimonio de los entrevistados es altamente mencionada la inseguridad como un elemento descriptor de su experiencia de habitar en un área céntrica de alta densidad, no es así en las encuestas, donde los principales aspectos negativos son el ruido y la gran cantidad de personas. Esto, porque la percepción de inseguridad se vincula con diversas variables que no son necesariamente identificables por un encuestado.
Con respecto a la percepción del barrio, esta se consultó de forma descriptiva. Se les pidió que lo definieran en una frase, para luego utilizar las palabras coincidentes con el fin de detectar las repeticiones. En términos generales, un 64 % corresponde a atributos positivos y 36 % a negativos. La Figura 5 muestra que, si bien los referidos a la localización son determinantes en los relatos, estos son absorbidos por cada variable negativa que presenta el barrio.
Por otro lado, al analizar los valores de percepción subjetiva promedio del espacio público para el área de estudio (un buffer de 500 metros en torno a la manzana), obtenidos a partir de Rossetti et al. (2019), vemos que este presenta valores muy cercanos a los promedios para la ciudad de Santiago, pero destaca
marginalmente por lo “animado” y poco “aburrido”. Esto es consistente con las respuestas de los encuestados, sobre todo en cuanto a la relevancia del ruido y a la baja importancia relativa de la seguridad como factores negativos ( Figura 6 ).
En las entrevistas es posible constatar que el repertorio asociado a la noción de seguridad se construye a partir de la inseguridad que los entrevistados manifiestan respecto del entorno en que habitan y las experiencias nocturnas. Con relación a los espacios interiores, reiteradamente se mencionan como inseguros con relación a: incendios, robos, ingreso constante de personas extrañas, alta rotación de moradores, prácticas en los espacios comunes, entre otros.
Parece relevante que los entrevistados le otorguen un escaso valor a la existencia o no de espacios públicos en el barrio, principalmente, porque la vivienda es vista como un lugar para dormir en la semana, mientras que el fin de semana la mayoría prefiere irse a otro lugar. Esto deja en evidencia que no realizan actividades recreativas o culturales en un sector que tiene una amplia oferta de posibilidades, a pesar de tener una clara valoración positiva del barrio.
Otro aspecto que destaca es el aislamiento social, manifestado por la mayoría de los entrevistados como una condición natural y en ningún caso es problematizada sino asociada a un estilo de vida. Existe una normalización del no contacto social, aludiendo a la falta de tiempo o falta de interés con “un mejor es así”. Asimismo, señalan hacer diferencias de trato entre extranjeros y chilenos, y según la condición de propietarios o de arrendatarios. Así aparece el otro como un sujeto ajeno a la realidad subjetiva del entrevistado, otro que no reúne las características necesarias para poder establecer un vínculo con él. En la misma línea, en las encuestas un 70 % dice no conocer a sus vecinos. En esta idea, las relaciones sociales que pueda entablar un propietario se ven afectadas por una suerte de cansancio (Han, 2012), al que además se suman las razones de distinción entre nosotros y los otros.
A esto debemos sumar que en las entrevistas es posible constatar que culturalmente los propietarios chilenos manifiestan una distancia con las prácticas que los extranjeros ejercen en los espacios comunes. Entre las que mencionan como “ellos son ruidosos”, refiriéndose a que hablan fuerte o ponen música a alto volumen. También mencionan que en los espacios comunes no saben llevar reglas de convivencia, como no beber alcohol, hacer fiestas, etc. Esto genera una distancia entre los habitantes de los edificios, configurando una barrera cultural de prácticas que conduce a un distanciamiento adicional.
Los resultados de la encuesta muestran una progresiva disminución en la cantidad de residentes propietarios mientras más reciente es la construcción de los edificios, así como una peor evaluación de las condiciones de confort ambiental de los departamentos y un deterioro de la calidad de espacios comunes, dando cuenta de una baja progresiva en la calidad de la arquitectura y construcción de los proyectos inmobiliarios y la instalación de un modelo de inversión enfocada en el arriendo.
Proceso de adaptación
El proceso de adaptación de la vivienda tiene relación con todas las modificaciones realizadas, las que son vistas con orgullo, pues suelen marcar una diferencia con el arrendatario imposibilitado de realizar cambios permanentes. En su mayoría buscan adecuar las condiciones de habitabilidad en virtud de su confort y el tiempo de permanencia en la vivienda, dando cuenta de un intento por recuperar la calidad de la vivienda anterior a través de la modificación del espacio en relación con ella. Pudimos constatar que normalmente los cambios tienen que ver con ampliar espacios, dar luminosidad, aislar el ruido externo, mejorar la cocina, etc. De acá emerge la categoría de apropiación, que es un aspecto subjetivo para construir la noción de “que como me pertenece puedo remodelarlo como mis expectativas lo indiquen”. Esto, a su vez, otorga una real satisfacción para los participantes, ya que detrás de esta acción hay un logro que se evidencia en los relatos.
En el análisis cuantitativo, es posible constatar la falta de confort ambiental dentro de los departamentos. El principal reclamo es el nivel de ruido exterior e interior, seguido de la adaptación climática e iluminación, dimensiones en las que un arrendatario no puede intervenir y que no son del interés del propietario que no habita el lugar.
Los resultados expuestos en la Figura 7 evidencian la falta de diseño bioclimático de los edificios que imposibilita la incorporación de energías sustentables, las que deben ser suplidas por los mismos habitantes, quienes ser ven forzados a cambiar las condiciones de habitabilidad dentro de sus espacios mediante la utilización de artefactos de alto consumo y costo. En su mayoría son arrendatarios imposibilitados de realizar inversiones permanentes como ventanas de termopanel u otras modificaciones. La Figura 8 nos muestra una comparación de la valoración general respecto de la calidad de vida entre la vivienda anterior y la actual.
En los rangos de 5 a 7 se expresa la mayor cantidad de respuestas, con 82 % visibilizando la amplia valoración positiva de la vivienda anterior. La nota 5 considerada como aceptable es la más asignada para la vivienda actual, mientras que la valoración de la vivienda anterior con la nota 7 corresponde al 45 % de encuestados, lo que expresa una idealización asociada a la nostalgia.
Repertorio de autoconvencimiento
En la elaboración de testimonios de las entrevistas hemos podido constatar que los participantes construyen un repertorio de elementos que organizan con el objetivo de justificar y avalar el acto de compra como una decisión positiva que se ajusta a las proyecciones de la vida futura que visibilizan para sí mismos. Entre los elementos que podemos relevar, encontramos la noción de la vivienda como mercancía y bien de inversión como una razón relevante para el acto de compra y coincidiendo con lo planteado por Bourdieu (1997). La inversión se sitúa en un campo de juego, garantizando beneficios mínimos y la promesa de un futuro que cumpla las expectativas.
En esta idea, el autor introduce una noción fundamental que se da entre los participantes del juego que, en la construcción de discursos de los entrevistados, tiene relación con el porvenir que supone la inversión que, en este caso en particular, es la vivienda. Esta idea del porvenir que Bourdieu define como el pasado que es fruto de la inversión en el presente en el juego, es una idea que Jens Beckert (2016) describe como un futuro que incluye la noción de “expectativas ficcionales” (p. 17). El autor se refiere a que las expectativas son imágenes que los actores se formulan para encarar estados futuros del mundo, relaciones causales y las maneras cómo ellos ven sus decisiones impactando resultados. Con esto, Beckert (2016) señala que no hay inversión si no hay una construcción clara de las posibilidades que abren un futuro seguro. Para ello, los actores consideran los elementos de su presente inversión para proyectarlos como ganancia segura más adelante.
Esta construcción de seguridades se sustenta en imágenes que son relevantes porque emergen de valoraciones positivas que pueden reforzar la decisión de inversión. “En la economía, los actores, por cierto, intentan anticipar los desarrollos futuros tan bien como le es posible” (Beckert, 2016, p. 19). Sin embargo, es relevante mencionar que esta construcción de futuro es ampliamente fortalecida por diferentes dispositivos mediales, en los que se destacan normalmente definiciones de qué se entiende por un buen barrio y cuáles son sus características atribuibles. Idea que aparece claramente en los resultados de la encuesta donde la valoración de la calidad de vida en el barrio es altamente positiva, siendo asignadas las notas 6 y 7 por un 60 % de los encuestados.
Como parte de la noción de inversión, los testimonios dan cuenta de factores emocionales que involucran una situación familiar que gatilla la decisión. Por ejemplo, razones como: enfermedad, estudios, separación, etc. O bien, en otros testimonios, la materialidad de la vivienda también funciona como un argumento a favor de la decisión, pues a la mayoría de los entrevistados le es relevante que lo adquirido cumpla con los estándares de una buena inversión, es decir, que pueda incrementar su valor en el tiempo.
Nostalgia del antiguo barrio
Finalmente, y en la última agrupación temática, podemos observar ciertos ciclos en los discursos que muestran la aparición reiterada del retrato nostálgico del antiguo barrio. Se evidencia una tendencia recurrente a visualizar el lugar de habitación anterior como un espacio al que se quisiera volver o asimilar sus características y aplicarlas a un lugar futuro o al menos deseable, se resalta principalmente el espacio social del barrio como algo perdido y que no es posible construir en el lugar actual.
Por un lado, las encuestas muestran los niveles de vida en comunidad que es una de las características atribuibles a la vivienda anterior, según los testimonios recabados de los entrevistados. En relación con los encuestados, un promedio de 71 % no conoce a sus vecinos, lo que equivale a 355 hogares, eso demuestra un escaso contacto social con residentes del mismo edificio o del mismo piso y evidencia la dificultad de que se configure un tejido social cohesionado que logre conformar una comunidad.
De los testimonios podemos desprender que la nostalgia por volver a tener una vida en comunidad que se basa en la experiencia de la vivienda anterior, la que aparece reiteradamente en los discursos de los entrevistados, esto principalmente guarda relación con que la nostalgia es una reconstrucción idílica de un pasado que ya no se tiene y que se da por perdido. El escaso contacto social expresado en las encuestas es coincidente con los relatos. Los entrevistados son capaces de describir con exactitud sus antiguas viviendas, en su mayoría casas, y otorgan características emocionales a los espacios y lugares. En esta idea, podemos revelar el recuerdo fotográfico de los participantes, los que están cargados de añoranza por ese pasado. Muchas veces el recuerdo de la niñez o juventud aparece en las biografías de los entrevistados, donde valoran por sobre todo el contacto social que antiguamente tenían con vecinos o amigos de los cuales podían disponer como una red de apoyo y la sensación de pertenecer a un grupo o comunidad asociada al barrio.
Emerge también, que la decisión de dejar la antigua vivienda no se presenta como algo espontáneo ni fácil de asumir. Esta construcción narrativa reafirma la carga de emocionalidad en el relato, ya que constituye un pie forzado respecto de la situación de inflexión que los hace abandonar la vivienda anterior. En los testimonios es posible observar que una separación, la búsqueda de independencia, razones de trabajo y estudio son algunos de los argumentos que refuerzan la decisión de abandonar y posteriormente añorar. De esta idea, podemos desprender que la vivienda antigua se consolida como un lugar modelo de vida, mientras que la actual es solo una vivienda de espera en donde la apropiación no existe más allá de lo que hemos definido como un bien de inversión. Esta vivienda actual se constituye como una transición para poder acceder en un futuro a una nueva vivienda que reiteradamente retoma, a modo de expectativa, las características de la primera o anterior vivienda.
Conclusiones
El estudio presentado revela aspectos de tipo metodológico que pueden aportar a la discusión respecto de qué herramientas ocupar en investigaciones sobre calidad de vida y bienestar. En este caso, se observa que la metodología empleada —cuantitativa y cualitativa— dialoga constantemente en algunas dimensiones con resultados coincidentes, mientras que en otras los relatos nos permiten explicar y profundizar los resultados de las encuestas, demostrando complementariedad o la falta de consenso conceptual, principalmente respecto de aspectos técnicos consultados en ellas. Los resultados refuerzan la idea de que el trabajo con encuestas por sí mismo no es suficiente para abordar de manera multidimensional estudios relacionados con conceptos subjetivos.
Se evidenció que la metodología de tipo fenomenológico y microfenomenológica empleada en las entrevistas permite observar cómo las personas construyen sus percepciones sobre la experiencia de habitar y cómo en esta descripción se despliegan testimonios sobre su calidad de vida y bienestar que requieren la puesta en relación de varias dimensiones de la experiencia y su desarrollo temporal. Durante el desarrollo del estudio, se distinguió cómo emergen en los relatos diferentes tipos de información: la de contexto o la descripción del contexto de una experiencia. Asimismo, los entrevistados suelen hablar de sus metas o de la intención que motiva la acción descrita. En los testimonios también emergen los juicios o valoraciones, creencias o comentarios sobre la experiencia. A partir de esto, fue posible construir las categorías expuestas en el artículo.
Los resultados ponen de manifiesto que, la construcción de un relato de una persona no necesariamente coincide con resultados de tipo cuantitativo en donde las opciones que se entregan para su elección surgen de saberes técnicos, no siempre entendidos de la misma forma por los encuestados. Tal es el caso la percepción positiva que manifiestan los entrevistados respecto de criterios de iluminación y asoleamiento, que se contrapone con los estudios técnicos de estas condiciones que mostraron gran insuficiencia en las modelaciones realizadas a escala de manzana. Un fenómeno que se podría explicar desde la visión que poseen los participantes del estudio, la que sería en parte la sumatoria de las experiencias personales anteriores conceptualizadas y la construcción social que poseemos los sujetos sobre nuestro entorno.
El análisis realizado a partir de ambos enfoques permite constatar que, en las áreas centrales densas con tipologías de torres de nanodepartamentos del centro de Santiago, se produce un fenómeno similar y proyectable a las ciudades dormitorio, con aspectos negativos similares como la falta de uso de los espacios públicos y la poca interacción entre vecinos, aunque con una clara ventaja en términos de accesibilidad. Lo anterior se da porque la unidad habitacional está concebida para el desarrollo de las actividades básicas de dormir y comer, se encuentra asociada con la idea de que el barrio ofrece las condiciones y posibilidades para el desarrollo de las demás actividades. Pero los resultados mostraron que los habitantes no profitan de las actividades y equipamientos del centro de la ciudad, a pesar de ser ampliamente valorados en las encuestas y entrevistas, lo cual es parte del llamamiento que construye el marketing habitacional. Los resultados respecto de los contactos sociales profundizan en ello, reforzando el rol funcional de la vivienda, que contrasta con la idea de la construcción de hogar como un lugar que, en sí mismo, es un elemento central en la creación y la afirmación de su identidad social.
En un contexto de futuras proyecciones, el caso de estudio corresponde a la primera manzana casi completamente desarrollada por proyectos de renovación en Santiago, lo que permite vislumbrar escenarios posibles sobre cómo será la configuración de ciudad que se está desarrollando en un futuro cercano. Podemos en esta idea adelantar sobre las nefastas consecuencias relativas a la habitabilidad, tanto en las unidades de vivienda y sus espacios comunes, como en el espacio público, el barrio y, también, en la sociabilidad y construcción de lo común.
Sumado a la idea anterior, podemos agregar que resulta urgente pensar en las consecuencias que estos conjuntos residenciales tienen para la salud física y mental de la población. Por lo tanto, sugerimos que es necesario replantear el diseño de conjuntos residenciales y unidades habitacionales mediante la regulación de metrajes mínimos, como ocurre en la vivienda social, exigiendo una adaptación bioclimática, presencia de balcones y calidad de espacios comunes. Se hace urgente la planificación y el diseño a escala barrial, el desarrollo de espacio público que satisfaga de buena manera a la demanda presente y futura asociada al crecimiento demográfico del área y la diversidad de comunidades que la componen. El estudio de la manzana como volumen consolidado demuestra que la no consideración del resultado de la sumatoria de proyectos individuales genera actualmente, y augura a futuro, peores problemas no solo en el colapso de servicios (presión de agua, evacuación de aguas lluvias, insuficiencias de veredas y colapso de vías), sino que también en la calidad de vida y salud de sus habitantes. En estos momentos, vemos fundamental reconstruir la manera de pensar y hacer la ciudad, poniendo como foco la adaptación y resiliencia al cambio climático y la construcción de visiones y valoraciones compartidas como la base de nuestra sociedad.
Resumen:
Introducción
Marco teórico
Metodología
Caso de estudio
Resultados
La vivienda como lugar de espera
Valoraciones subjetivas sobre la vivienda
Proceso de adaptación
Repertorio de autoconvencimiento
Nostalgia del antiguo barrio
Conclusiones